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Después de madrugar el domingo a las 10 de la mañana, me dispuse a transportarme al aeroclub. Cuando llegué estaban por allí los 4 socios de todos los domingos, los incondicionales, los que no fallan, los que más tiempo tienen (jubilados - o menos tiempo les queda, según se mire), los que disfrutan almorzando entre anécdotas aéreas. Me calenté un par de trocicos de txistorra y llegó Javier, la joven promesa de la aviación comercial en españa de 16 años de edad. Me comentó que empezaría las clases de vuelo en cuanto le llegase la licencia de alumno. Estaba impaciente lógicamente. Después del pintxo, ambos cogimos la rally y nos hicimos unas tomas y despegues, espiral por la derecha incluida; hacía tiempo que no la cogía, por lo cual me llevé mi correspondiente bronca del general. (Es que no se le pasa una, y eso que lo intenté) Eso sí, acabamos de risas y bromeando, complicidad que interiormente, creo que reconocimos los dos, "general" y "comandante"* de la aeronave.
Otros socios que iban apareciendo, al oír la tajante pero no sin razón, voz del general, se iban apiñando junto a nosotros, porque no hay que perder la ocasión de aprender del guru. Me pasó un antiguo exámen teórico que supuestamente les hacía a los que quisieran volar con la Rally, para que le echase un vistazo a las preguntas y ver si me sonaban. Encontré las preguntas muy útiles para traer a la memoria conceptos sobre aviación casi olvidados. Todos nos reímos del hecho de que las preguntas estuviesen escritas con máquina de escribir de aquellas antiguas. Le reconocí en voz alta y ante todos, que era todo un mérito el haber escrito todas aquellas preguntas y que no hubiese un sólo borrón.
Hay que reconocer que sin la firmeza e integridad del general, el aeroclub no funcionaría de la misma manera.
* General: Carlos
Comandante: el que suscribe.